"LOS SEGUROS BARATOS SON COMO EL VINO DE SEGUNDA CALIDAD, SIEMPRE TE HACEN DOLER LA CABEZA."

Jorge Antonio Farias - Mat SSN 69.145

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Haga que los errores cuenten

Hace un tiempo, uno de mis hermanos cometió un error en el trabajo que le costó a un cliente una buena cantidad de dinero. Se hicieron acusaciones, señalamientos, despotricaron, entablaron una demanda y después de un intento fallido de llegar a un acuerdo, terminaron en la corte, la típica batalla legal de una compañía de seguros. Bueno, estas cosas pasan.
En realidad, el proceso no es lo que me importa.
Las compañías aseguradoras cobran periódicamente primas a un gran número de asegurados, acumulando una cantidad significativa de capital.Cuando un asegurado tiene un problema, la compañía aseguradora asigna una porción de estos fondos para resolver el asunto. Clásico manejo de riesgo.
Desde el punto de vista económico, y en la ausencia de alguna catástrofe importante que origine reclamos simultáneos por pérdidas de muchos asegurados, el modelo funciona bien.
Mi cuestionamiento está en el lado humano.
¿Por qué continuamos aferrándonos a esa cruel necesidad de vilipendiar, castigar y denigrar a quienes cometen errores, ocasionando que ellos (y nosotros) se sientan insignificantes, deshonestos o deficientes?--
¿Oíste que tal y tal hizo esto y esto otro? ¡Oooohhh!, hay graves problemas en esa casa.
Aquellos que llevan una vida plena, pagarán por el precio de un número cada vez mayor de chapucerías y fracasos.
Aún la existencia más protegida incluirá un gran número de equivocaciones y errores. La inevitabilidad de cometer errores nos debe hacer reconsiderar nuestra perspectiva. ¿Qué tal esto?
Paso uno: Admitir el error.
Paso dos: Responsabilizarnos del mismo.
Paso tres: Ponderar y reflexionar sobre la situación. ¿Qué podríamos haber cambiado? ¿Qué podríamos hacer de una manera diferente?
Paso cuatro: Tomar la determinación de evitar el mismo desliz la próxima vez.
Paso cinco: Seguir adelante. Salir y dejar una marca en el mundo, armados con más madurez, más experiencia y mayor aptitud para contribuir.
Si después de un error, tomamos responsabilidad personal y renovamos la determinación de hacer un cambio de conducta cuando enfrentemos circunstancias similares, entonces habremos convertido el mismo en una lección.Si decidimos permanecer dentro del error o azotarnos mentalmente, nos quedaremos aferrados al problema en lugar de centrarnos en las soluciones: un pasaje garantizado hacia la amargura, el arrepentimiento y la rigidez.
Es interesante ver cómo, en investigación tras investigación, descubrimos que la etapa en la que más aprendemos está entre los 3 y los 7 años de edad, periodo durante el cual nuestro cerebro se expande y desarrolla exponencialmente.¡Qué coincidencia que precisamente durante esos años es cuando cometemos más errores!
Quizás debemos cambiar un poco nuestro punto de vista, celebrar nuestra naturaleza humana, aceptar nuestras imperfecciones, darle la bienvenida a las lecciones derivadas de desafiar nuestros defectos o deficiencias y reconocer el valor de una buena caída.No sé usted, pero en mi caso, echo a perder las cosas con bastante regularidad, a menudo cometo errores bastante grandes y no veo que esto vaya a cambiar mucho en el futuro cercano.
Me imagino que esto significa que estoy en una curva de aprendizaje muy inclinada.¡Qué divertido!
Además, la mayoría de nosotros encontramos la perfección muy aburrida.

El Lenguaje del Cuerpo 3

La mirada
Una vez iniciada una conversación es mucha la información que podemos obtener de nuestro interlocutor si sabemos prestar atención al lenguaje de su cuerpo. Los ojos tienen una gran importancia y es mucho lo que podemos decir con ellos. No es extraño, por tanto, escuchar expresiones como "hay miradas que matan", "tenía una mirada de hielo" o "me abrasó con su mirada". Hay miradas burlonas, miradas iracundas, miradas de sorpresa e incluso miradas veladas.
Al escuchar, miras atentamente a los ojos de tu interlocutor para demostrarle interés y atención, mientras que la otra persona suele desviar a menudo la mirada cuando te habla. Si nos miran fijamente al hablarnos es fácil que nos pongamos nerviosos, sobre todo porque aparece el dilema de sostener durante demasiado tiempo una mirada, frente a desviar los ojos, algo que puede ser interpretado como falta de interés. Después, cuando te dispones a tomar la palabra, desvías la mirada un instante, justo antes de empezar a hablar, para hacer ver que te dispones a dar una respuesta considerada y meditada. Por supuesto, la persona con la que hablas no es consciente de todo esto, pero a un nivel sutil está captando todos estos mensajes y probablemente tiene ya una impresión bastante favorable ti.
Mientras estáis sentados en la terraza de un café, te alegras de que el día esté nublado, pues con esas lentillas que te has puesto te molestaría demasiado el sol y sabes que las gafas también tienen algo que decir. Tienden a producir una impresión negativa, sobre todo si son oscuras o con cristales brillantes, ya que impiden el acceso a una fuente importante de información. Pueden dar la sensación de frialdad, distanciamiento o falta de sinceridad, aunque también transmiten inteligencia, seriedad y autoridad.
La persona que te habla con gafas de sol oscuras está diciéndote lo inaccesible que es y lo difícil que lo tienes para llegar hasta ella. Dan la sensación de gran reserva y rechazo a entablar una conversación, aunque, por supuesto, puede tratarse tan sólo de inseguridad. A veces se utilizan como un modo de esconderse ante la mirada ajena.
El lugar hacia donde dirigimos la mirada dice también mucho. Cuando se trata de personas que acabamos de conocer se mantiene la mirada dentro del triángulo formado por los ojos y la nariz, y entre amigos se amplía ese triángulo para incluir la boca. Bajar la mirada por debajo de la cara tiende a interpretarse como un mayor deseo de intimidad y puede hacer que una persona, sobre todo si es mujer, se sienta nerviosa o enfadada al verlo como una insinuación sexual.
El tiempo durante el cual una persona mantiene su mirada puede darnos también algunas pistas. Las personas inseguras la mantienen menos. Cuando se habla de temas personales disminuye el contacto visual y cuando alguien nos elogia sucede justo lo contrario.