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El Consentimiento Informado.

Lo importante es hacer del consentimiento informado un instrumento para que el paciente sea dueño efectivo de su destino, respetando su dignidad personal, brindándole auténtica y clara información acerca de la enfermedad que padece, los posibles tratamientos a seguir y las consecuencias positivas y negativas de los mismos. El paciente tiene el derecho de decidir sobre su persona y el tratamiento a recibir. Máxime cuando existen antecedentes clínicos y legales de perdida de chance relativos a la decisión que esta tomando.
Un enfoque médico actual (llamado análisis riesgo / beneficio) está facilitando la cooperación entre médicos y pacientes con la mira de evitar tratamientos que, en caso de resultar inadecuados o con posibles agravantes o derivación en otras convalecencias futuras, originarían juicios por perdida de chance de vida. Los médicos pesan factores como los riesgos que presenta alguna droga o una intervención quirúrgica contra sus posibles beneficios. En tal análisis pueden participar también los pacientes.
Porque el medico desea respetar el derecho a la información y a la autonomía del paciente. Además porque podría ser demandados por no haber dado la posibilidad de “elegir” entre alternativas. Obviamente no planteamos que sea el paciente quien decida una conducta médica, pero al no ser la medicina una ciencia exacta, existen situaciones controversiales en las que es esencial conocer la voluntad del paciente. (Ej.: Elección de una terapia oncológica, Tratamiento con sangre o sustitutos sanguíneos, etc)
Usemos un ejemplo que pudiera entender fácilmente gente de muchos lugares: el de una amigdalitis crónica. El paciente probablemente iría a ver a un médico si tuviera este mal. Es posible que hasta consultara con dos, pues los peritos en la salud por lo general recomiendan obtener más de una opinión médica. Un médico quizás recomiende cirugía. Él le da una idea general de lo que eso significa: el tiempo en el hospital, cuánto va a doler, y los gastos. En cuanto a riesgos, le dice que no es común que se sangre mucho, y que es muy raro el que alguien muera por esas operaciones. Pero el médico que le da otra opinión lo insta a aceptar tratamiento con antibióticos. Explica qué droga usará, las probabilidades de éxito, y los gastos. En cuanto a riesgos, dice que muy pocos pacientes ven su vida amenazada por una reacción a la droga.
Puede que cada médico competente consultado haya pesado los riesgos y los beneficios, pero ahora le toca al paciente considerar los riesgos y los posibles beneficios, así como otros factores que nadie conoce mejor que él. (Nadie puede conocer mejor puntos como su fortaleza emocional o espiritual, la condición económica de su familia, los efectos en ella, y su propio punto de vista ético.) Entonces el paciente escoge. Puede que dé su consentimiento informado a uno de los tratamientos, pero que rechace el otro.
Por ello, antes de imponer un tratamiento, es recomendable hacerse la siguiente pregunta, ¿Aceptaría yo la aplicación de esa terapia?, o ¿La aplicaría a mi ser mas querido?

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