Dra. Nieves Estévez - Médica UBA especialista en Psicoanálisis y Sexología
FUENTE: http://www.sexomedic.com.ar/
Las agresiones externas provocan estrés y angustia y pueden derivar en la pérdida del deseo sexual. En este artículo, algunas explicaciones para estar alerta y poder enfrentarlo de la mejor manera.
En la vida del ser humano se integran la agresión y la sexualidad. La primera siempre conlleva a la destrucción y a la pérdida de la calidad humana, pero el aspecto positivo tiene que ver con la lucha por la supervivencia, puesto que tanto los animales como el hombre mantienen su vida gracias a la agresión que muestran para atacar y así alimentarse o defenderse de los peligros. Mientras que la segunda, la sexualidad, es placentera y tiene como fin la continuidad de la vida humana, la procreación.
A diferencia de la violencia implícita en el ser humano para sobrevivir y a la ejercida de unos seres humanos a otros, como puede ser el lamentable caso de un hombre hacia una mujer o niño, la violencia cotidiana toma una forma solapada, poco manifiesta por su mantenimiento continuo que lesiona nuestras vidas. Nos referimos a esa violencia que viene de afuera y que se incrementa cada vez más.
Con la globalización y el neoliberalismo se logró reemplazar el trabajo humano por maquinas, quedando cada vez menos puestos laborales. Esto fue directamente proporcional a la depreciación del ser humano, los movimientos migratorios en busca de lugares de trabajo mejores y los cambios en las familias actuales. Este avance de situaciones agresivas nos mantiene en un estado subliminal de estrés permanente.
A esto se agregan nuevas tecnologías e instrumentos que aceleradamente ocupan lugares cada vez más fundamentales para desenvolvernos y seguir el ritmo competitivo actual. Permanentemente debemos aprender a manejar más objetos que inundan nuestro trabajo y nuestro hogar. Somos “atendidos” por robots que hacen del usuario un rehén, los peligros de la calle, los accidentes, los ruidos, la inestabilidad social y laboral y los noticieros han agrandado todo nuestro tranquilo entorno.
Así se incrementa una alerta que determina un estrés que actúa permanentemente en nuestras vidas volviéndonos mas vulnerables o mas violentos, manteniendo la pérdida permanente de libido. Esto incide permanentemente y en forma imperceptible. Puede verse en infecciones, stress permanente, tensiones, lesiones de audición, fatiga mental y aislamiento. Todo esto da como resultado menor libido para nuestra vida sexual y apariciones de pérdida del deseo en el hombre y la mujer.
Así, quienes vivimos en las grandes ciudades estamos más propensos a recibir agresiones cotidianas y el desgaste que nos produce nos lleva a una pérdida de la libido que se materializa en una pérdida del deseo sexual. Lo mejor es tomarse un fin de semana tranquilo y aislado o vacaciones sencillas en contacto con la naturaleza y consultar a un especialista con los primeros síntomas.
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Las agresiones externas provocan estrés y angustia y pueden derivar en la pérdida del deseo sexual. En este artículo, algunas explicaciones para estar alerta y poder enfrentarlo de la mejor manera.
En la vida del ser humano se integran la agresión y la sexualidad. La primera siempre conlleva a la destrucción y a la pérdida de la calidad humana, pero el aspecto positivo tiene que ver con la lucha por la supervivencia, puesto que tanto los animales como el hombre mantienen su vida gracias a la agresión que muestran para atacar y así alimentarse o defenderse de los peligros. Mientras que la segunda, la sexualidad, es placentera y tiene como fin la continuidad de la vida humana, la procreación.
A diferencia de la violencia implícita en el ser humano para sobrevivir y a la ejercida de unos seres humanos a otros, como puede ser el lamentable caso de un hombre hacia una mujer o niño, la violencia cotidiana toma una forma solapada, poco manifiesta por su mantenimiento continuo que lesiona nuestras vidas. Nos referimos a esa violencia que viene de afuera y que se incrementa cada vez más.
Con la globalización y el neoliberalismo se logró reemplazar el trabajo humano por maquinas, quedando cada vez menos puestos laborales. Esto fue directamente proporcional a la depreciación del ser humano, los movimientos migratorios en busca de lugares de trabajo mejores y los cambios en las familias actuales. Este avance de situaciones agresivas nos mantiene en un estado subliminal de estrés permanente.
A esto se agregan nuevas tecnologías e instrumentos que aceleradamente ocupan lugares cada vez más fundamentales para desenvolvernos y seguir el ritmo competitivo actual. Permanentemente debemos aprender a manejar más objetos que inundan nuestro trabajo y nuestro hogar. Somos “atendidos” por robots que hacen del usuario un rehén, los peligros de la calle, los accidentes, los ruidos, la inestabilidad social y laboral y los noticieros han agrandado todo nuestro tranquilo entorno.
Así se incrementa una alerta que determina un estrés que actúa permanentemente en nuestras vidas volviéndonos mas vulnerables o mas violentos, manteniendo la pérdida permanente de libido. Esto incide permanentemente y en forma imperceptible. Puede verse en infecciones, stress permanente, tensiones, lesiones de audición, fatiga mental y aislamiento. Todo esto da como resultado menor libido para nuestra vida sexual y apariciones de pérdida del deseo en el hombre y la mujer.
Así, quienes vivimos en las grandes ciudades estamos más propensos a recibir agresiones cotidianas y el desgaste que nos produce nos lleva a una pérdida de la libido que se materializa en una pérdida del deseo sexual. Lo mejor es tomarse un fin de semana tranquilo y aislado o vacaciones sencillas en contacto con la naturaleza y consultar a un especialista con los primeros síntomas.
La Dra. Nieves Estévez responderá sus consultas sin cargo en: info@sexomedic.com.ar
Comuníquese con la Dra. Nieves Estévez al teléfono: (011) 4822-7526
Le invitamos a visitar: http://www.sexomedic.com.ar/
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