¿Alguna vez ha visto a un corredor detenerse y tomar la decisión de sentarse, faltando unos pocos metros para llegar a la meta?¿Recuerda haberlo hecho usted alguna vez?
O, ¿vienen a su mente imágenes de la maratón, los corredores olímpicos, exhaustos durante el trayecto final, desfallecientes, luchando con sus pies, tambaleándose, tropezando y forzando al máximo sus cuerpos para, de alguna manera, llegar a la meta a pesar de la agonía?
¿Cuándo fue la última vez que vio a un caballo de carreras separarse del grupo e ir a pastar tranquilamente? Bien, quizás estos ejemplos caen en la categoría de lo extremo.
¿Cuándo fue la última vez que vio a un caballo de carreras separarse del grupo e ir a pastar tranquilamente? Bien, quizás estos ejemplos caen en la categoría de lo extremo.
Pocos de nosotros llegaremos a competir en las Olimpiadas o a galopar como campeones.
¿Ha sorprendido al pintor abandonando el trabajo, después de revestir la mitad de la casa con la primera capa de verde?¿Deja el carpintero un tercio del clavo por fuera?¿Cómo se sentiría si su estilista decidiera arreglar el lado izquierdo de su cabello y dejar el derecho sin tocar?
¿Desde cuando empezamos a tolerar que iniciar algo sin terminarlo nos permite lograr el éxito?
¿Ha sorprendido al pintor abandonando el trabajo, después de revestir la mitad de la casa con la primera capa de verde?¿Deja el carpintero un tercio del clavo por fuera?¿Cómo se sentiría si su estilista decidiera arreglar el lado izquierdo de su cabello y dejar el derecho sin tocar?
¿Desde cuando empezamos a tolerar que iniciar algo sin terminarlo nos permite lograr el éxito?
No es así.
Si nuestros predecesores hubieran actuado de esa manera, estaríamos todos balbuceando el castellano de la madre patria y comiendo paella con pan en lugar de tortillas con frijoles.
Prosperamos como una nación de luchadores, de aguerridos hombres y mujeres que desafiaron todos los obstáculos, pagaron el precio y continuaron avanzando.
Prosperamos como una nación de luchadores, de aguerridos hombres y mujeres que desafiaron todos los obstáculos, pagaron el precio y continuaron avanzando.
Contra viento y marea, errores y contratiempos, perseveramos, resistimos y alcanzamos el éxito.
Mirando lo que sucede hoy en día, estoy un poco preocupado.
"No importa si Juanito no termina sus deberes.
"No importa si Juanito no termina sus deberes.
Tuvo un día difícil.""No la obligues a arreglar su habitación ahora. Está cansada y necesita descansar""
Puede entregar su informe la próxima semana. Sé que este trimestre ha sido demasiado estresante en la oficina"
Esto es absurdo.
Esto es absurdo.
Excusas y mas excusas, y ése es el problema.
Hay demasiadas excusas para todo.Hacemos más esfuerzos justificando nuestras fallas, que reuniendo la energía necesaria para realizar la tarea pendiente. Nos quejamos demasiado.
La mayoría de los fracasos suceden cuando las personas no se dan cuenta de lo cerca que están de saborear el éxito y renuncian.
La mayoría de los fracasos suceden cuando las personas no se dan cuenta de lo cerca que están de saborear el éxito y renuncian.
Si hubiéramos tratado sólo una vez más..., hecho una llamada adicional... o, buscado una oportunidad mas...
Cuando desfallecemos y renunciamos a mitad del camino, perdemos de dos maneras:
Cuando desfallecemos y renunciamos a mitad del camino, perdemos de dos maneras:
Primero, al no terminar, no hay gloria.
Segundo, menos obvio, renunciamos a aprender la lección.
Desdeñamos la posibilidad de aprender, siendo esto lo más importante y necesario para lograr el éxito en el siguiente intento.
El camino al éxito se recorre a través del terreno de los fracasos.
Para tener éxito rápidamente, duplique el porcentaje de fracasos, duplique la velocidad de su curva de aprendizaje, absorba cada lección y vuelva a conectarse con el juego.
Para tener éxito rápidamente, duplique el porcentaje de fracasos, duplique la velocidad de su curva de aprendizaje, absorba cada lección y vuelva a conectarse con el juego.
Nadie llega a la cima sin luchar.Lo grandioso no sucede fácilmente.
Nada se logra con claudicar en la mitad de la batalla, excepto la derrota y una implacable pregunta que no se desvanece:
--¿Qué habría ocurrido si hubiera continuado luchando?
Nada se logra con claudicar en la mitad de la batalla, excepto la derrota y una implacable pregunta que no se desvanece:
--¿Qué habría ocurrido si hubiera continuado luchando?
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